Menos desiguales : la distribución del ingreso luego de las reformas estructurales
Abstract
Este estudio analiza las tendencias de la desigualdad en el Perú, particularmente durante el periodo posterior a la reforma estructural, entre 1997 y 2006. El análisis de la evolución de la desigualdad en el Perú
durante los últimos cuatro decenios revela cuatro hallazgos claves. Primero, una revisión de la literatura indica que faltan fuentes comparables para vincular los datos actuales con los de cualquier periodo anterior
a la década de 1980. Por consiguiente, los estudios cuantitativos que identifican una tendencia a la baja de la desigualdad en el largo plazo deben apoyarse en evidencia indirecta, como la notable expansión de la educación formal y la redistribución igualadora de la tierra. En segundo lugar, el análisis de las tendencias posteriores a la reforma de los noventa sugiere que la desigualdad de los ingresos familiares ha disminuido. Entre 1997 y 2006 —el periodo posterior a la reforma estructural en Perú— el coeficiente de Gini del ingreso familiar per cápita disminuyó de 0.54 a 0.49. Este declive puede observarse en los años de la recesión (de 1997 a 2001) aunque no es estadísticamente significativo, pero se acentúa y adquiere significancia estadística en el periodo de crecimiento (2001-2006). En tercer lugar, los ingresos no laborales han tenido el rol más importante en la reducción de la desigualdad del ingreso durante el periodo de análisis. En cuarto lugar,
al desagregar el análisis por dominio geográfico, identificamos que los niveles de desigualdad son mayores en las zonas urbanas que en las rurales, y que la disminución de la desigualdad entre 1997 y 2006 fue más pronunciada en las zonas urbanas. Con relación a los factores que explicarían la desigualdad, los resultados de descomposiciones del índice de Theil-T confirman la importancia de la educación. Así mismo, nuestro análisis identifica al área de residencia (urbana/rural) como un factor mucho más importante para explicar el patrón de desigualdad que el sugerido por estimados para periodos anteriores. Esta nueva evidencia revela la importancia considerablemente mayor que parece haber adquirido la dimensión espacial para explicar la desigualdad, por lo que es recomendable prestarle mayor atención. En esta misma dirección, las diferencias entre regiones (ex-departamentos) están jugando un rol significativo en la desigualdad a escala nacional. Por otro lado, los resultados de un ejercicio de simulación de distribuciones contrafactuales indican que los factores clave asociados fueron los cambios en la estructura del logro educativo de la fuerza laboral, la disminución de los retornos a la experiencia y los factores no observados. También encontramos que las horas trabajadas y los retornos a vivir en zonas urbanas tuvieron un efecto desigualador. Los cambios en los retornos a la educación fueron igualadores en el nivel de los trabajadores individuales, pero desigualadores en el nivel de los hogares. Los cambios en la brecha por género en los ingresos no tuvieron un papel importante. Por último, los retornos al trabajo asalariado (en comparación con el trabajo independiente) desempeñaron un papel importante pero opuesto en los dos sub periodos posteriores a la reforma: desigualador durante la recesión (1997-2001) e igualador durante el periodo de crecimiento (2001-2006). Esto da por resultado un efecto insignificante durante el decenio completo. Encontramos que tanto las políticas públicas como las fuerzas del mercado, e incluso los procesos demográficos, influyeron en la movilización de los factores anteriores. La dinámica de mercado ha mantenido los retornos a la educación estancados durante la expansión económica mientras que, con ayuda de la demografía, ha conducido a una disminución en los retornos a la experiencia. Por otro lado, las políticas educativas del Perú durante los últimos cuatro decenios han sido cruciales para la expansión de la educación básica y del logro educativo de la fuerza laboral. Al mismo tiempo, existen preocupaciones importantes acerca del deterioro de la calidad promedio de la educación y el posible empeoramiento de la distribución de la calidad de la educación a lo largo de los últimos cuatro decenios. Por último, parece haber una amplia brecha en el acceso a la infraestructura que explica la evolución de los retornos de vivir en zonas urbanas, a pesar de que en el periodo de 2001 a 2006 hallamos evidencia de mejoras. En efecto, las políticas han tendido a reducir la brecha entre las zonas rurales y urbanas, pero aún queda mucho trabajo por hacer en esta dirección. Nuestros resultados sugieren que hay tres áreas en las que se deberían enfocar las políticas dirigidas a promover el crecimiento inclusivo: calidad de la educación, fomento de pequeñas empresas y cierre de la brecha entre las zonas urbanas y rurales en el acceso a servicios de infraestructura básica. De manera más general, se requiere reducir la desigualdad de oportunidades en el acceso a servicios básicos (en educación, salud, justicia y demás).